Asesinato de Alejando II, Zar de Rusia.


El 13 de marzo se cumplían 132 años del asesinato del zar Alejandro II por el grupo terrorista "La voluntad del pueblo".
No era la primera vez que se perpetraba un atentado contra el soberano ruso, ya que en 1866, en 1879 por dos ocasiones y 1880, se habían producido intentos de asesinato contra su persona.
Detrás de las últimas acciones estaba el grupo terrorista y revolucionarioNarodnaya Volia 


El regicidio causó un gran revés al movimiento de reforma y al incipiente liberalismo ruso. Uno de los últimos proyectos de Alejandro II estaba dirigido precisamente a la creación de un parlamento electivo, o Duma. Precisamente la primera acción tomada por su hijo y sucesor, Alejandro III tras su coronación fue la de acabar con esos planes reformistas y reforzar la autocracia, reprimiendo con suma severidad toda oposición al absolutismo zarista, y restringiendo derechos a las minorías étnicas y religiosas. La Duma no fue convocada hasta 1905, por Nicolás II, quien tuvo que ceder a ello solamente ante la presión popular a que fue sometida la monarquía tras la Revolución de 1905.
Una segunda consecuencia del asesinato fueron los progromos y la legislación anti-judía (Leyes de Mayo). Ello fue debido a que se culpó a los judíos, como minoría étnica de cultura y religión ajena al pueblo ruso, de haber participado colectivamente en la conspiración del asesinato (uno de los magnicidas era judío). Más de 200 judíos que no tenían nada que ver con el asesinato de Alejandro II fueron golpeados hasta la muerte en estos pogromos a lo largo de toda Rusia.
Una tercera consecuencia fue que irrumpió de nuevo la represión de las libertades civiles en Rusia y la brutalidad policial, y con gran vigor, tras haber experimentado cierta moderación bajo el reinado de Alejandro II. El asesinato del Zar parecía mostrar a sus sucesores que las reformas liberales solo debilitaban a la monarquía zarista y estimulaban el terrorismo, por lo cual la represión autocrática aparecía como la única solución aceptable. La muerte del Zar fue presenciada por su hijo, Alejandro III, y por su nieto, el futuro Nicolás II, quienes se comprometieron a no correr su misma suerte. Ambos utilizaron la policía política para detener a los manifestantes y acabar con los grupos rebeldes, endureciendo la represión de las libertades personales del pueblo ruso.


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