Gran Bretaña, el máximo poder del mundo, perdía terreno. La agobiante guerra de los boers había dañado la confianza y los recursos del imperio. Además, Rusia, Japón, Estados Unidos, Francia y sobre todo Alemania estaban construyendo flotas que cuestionarían la supremacía británica sobre las olas.
Los franceses, en cambio, esperaban terminar con el bloqueo británico a sus ambiciones coloniales en África, además de querer evitar verse involucrados en las hostilidades entre sus aliados rusos y Japón, apoyado por Gran Bretaña.
La Entente se hacía cargo de problemas tan prosaicos como los derechos de pesca en Terranova, aunque sus cláusulas más importantes hacían referencia a las largas disputas por dos países del norte de África. La política francesa de «penetración pacifica» en Marruecos disgustaba a Gran Bretaña, cuyos barcos debían pasar por el estrecho de Gibraltar para alcanzar el Mediterráneo. La ocupación británica de Egipto (que había formado parte del imperio napoleónico) mortificaba a los franceses.
La Entente declaró cerrados estos problemas: a partir ( ese momento, ninguna de las dos naciones obstruiría la acción de la otra en ambos países.
Además de suprimir ciertos problemas políticos, el pacto tenía otra virtud más sutil: demostraba que las dos naciones podían trabajar juntas a pesar de todo. Egipto y Marruecos no tuvieron ninguna autoridad para decidir su destino. Tampoco se tuvieron en cuenta los deseos expansionistas de Alemania que vio en el nuevo pacto entre Francia e Inglaterra un motivo de alarma.
El kaiser Guillermo II pronto intentó poner a prueba la Entente presentándose a sí mismo como protector de la independencia de Marruecos. El resultado: mayor aislamiento de Alemania y fortalecimiento de las relaciones anglo-francesas. Entonces, se perfilaron los bandos que se enfrentarían en la Primera Guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario